jueves, 6 de octubre de 2011

Sin el respeto a la dignidad humana, somos una sociedad mala, una sociedad de la muerte



Por Álvaro Caballero


Es importante que las violaciones a los derechos humanos ocurridas en el país durante los 35 años de gobierno stronista ocupen un lugar destacado en la memoria de todos los paraguayos porque recordar ese episodio es recordarnos, a todos nosotros, una y otra vez, lo que no debemos permitir que vuelva a suceder.

El recuerdo de estos actos, también nos indica el camino a seguir para evitar que nuestra sociedad, en esta generación o en las que vienen, vuelva a destruir nuestra frágil democracia socavando su fundamento ético y moral. Ese fundamento esencial constituido por el respeto a la dignidad humana.

De estos actos violatorios a los derechos humanos, tenemos en el Paraguay miles de evidencias documentales y testificales de naturaleza incuestionable que se encuentran en poder de autoridades de los distintos poderes. En este mismo teatro, no hace mucho, la Comisión de Verdad y Justicia entregó al Presidente de la República su informe conteniendo miles de testimonios. Todos queremos que se haga justicia y, en ese sentido, todo esfuerzo por no olvidar y por informar es muy importante para terminar con la impunidad.

No hay proyecto político, de cualquier signo partidario o ideológico que sea, no hay proyecto social, científico, cultural o supuestamente religioso, que justifique desconocer o ignorar la dignidad de las personas, ni de una persona, ni de cualquier persona, ni de todas las personas.

No hay plan de desarrollo, ni utopía social, ni plan nacional, ni plan económico, ni emprendimiento supuestamente patriótico, que justifique poner fin al diálogo y perseguir a personas como si no fuesen humanas, como si no fuesen dignas.

Menos todavía puede aceptarse que en situación de gobierno y poder, un grupo, de cualquier signo ideológico o partidario que sea, aproveche tener el monopolio del poder del estado para perseguir a los habitantes de su propio país, como si estos fuesen seres sin derechos propios y sujetos a ser usados como medio para el logro de objetivos “nacionales” o “históricos” supuestamente “superiores”.

Y menos todavía puede aceptarse que el atropello a los derechos naturales de las personas se haya realizado sistemáticamente, desde el gobierno, en nombre del proyecto megalómano de un “único líder” elevado por su entorno y por el terror a una posición por encima de cualquier ley del país, creyéndose libre de cualquier obligación ética o moral.


No vayamos a engañarnos creyendo que lo que ocurrió no puede volver a ocurrir.

No nos engañemos creyendo que el espíritu autoritario ya no vive en nosotros, en nuestras familias, en nuestros colegios y academias, en nuestros partidos políticos.

No nos engañemos pretendiendo que hemos superado el culto a la personalidad, el caudillismo y la búsqueda del líder mesiánico.

No nos engañemos pretendiendo que hoy somos una sociedad en la que sea inconcebible que un grupo quiera deshumanizar a otros para discriminarlos y perseguirlos.


Todos estos horrores existen, en menor escala que antes, es cierto, pero existen hoy en nuestro país y pueden volver a adquirir una dimensión totalitaria, de la mano de personas que quizá aún ni conocemos, o de la mano de los que ya conocemos.



Que ya hayamos sufrido esa peste no nos hace “naturalmente inmunes” como si hubiésemos sido vacunados. No, no nos engañemos, podemos volver a caer en lo mismo si nosotros, los ciudadanos, nosotros, la sociedad civil, no hacemos el esfuerzo dedicado y permanente de educar, prevenir, vigilar y controlar.

No podemos permitir que en nuestra sociedad se dejen de respetar los derechos humanos, porque si no respetamos la dignidad de las personas, estamos destruyendo la matriz ética y moral de nuestra sociedad; sin el respeto a la dignidad humana, somos una sociedad mala, una sociedad de la muerte.




Lo que queremos aportar con este museo virtual, Memoria y Verdad del Stronismo es un recordatorio de lo que fue para el Paraguay esa etapa. Queremos aportar una herramienta que sea útil para enseñar a los que no vivieron esa época, a los jóvenes de hoy y a las generaciones a venir. Una herramienta que complemente los esfuerzos realizados para instalar el Museo de las Memorias en la ex técnica, el museo de Investigaciones, el Archivo del Terror y toda otra iniciativa que surja. Y esperamos que sean muchas más.

Queremos aportar una herramienta de apoyo al trabajo de todas las organizaciones y personas que luchan hoy por los derechos humanos, que han luchado antes, y que lucharon cuando pocos se animaban a hacerlo. Queremos ayudar, complementar y apoyar ese trabajo que admiramos y respetamos.

Queremos hacer un aporte para aumentar la capacidad de la sociedad civil de incidir en las autoridades para que los esfuerzos contra la impunidad progresen y veamos alguna vez que se haga justicia.

Queremos aportar algo que sirva también para que toda la sociedad se sienta vinculada y responsable de la necesidad de respetar los derechos humanos y la organización democrática para el bien de todos y para vivir para siempre en un país ética y moralmente sustentable.

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